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martes, 29 de enero de 2008

Juvenilia Brontiana: lecturas para el 2008 ( y II )




En el verano de 1826 el señor Brontë regala a Branwell una docena de soldaditos que desencadenan los imaginativos juegos de los niños y provocan una serie de “obras amorales” de poder y explotación. El título de la primera obra Young Men ( junio de 1826 ) marca la entrada de las niñas Brontë en un mundo de acción. Los soldados, dirigidos por el “hijo” de su admirado duque de Wellington, parten para África, donde se establecen en una serie de “tierras”, cada una perteneciente a uno de los niños.






Progresivamente, Charlotte se unía a Branwell en sus anárquicos juegos de guerra , de los que surgieron la confederación de la Ciudad de Cristal y, más tarde Verdópolis o Angria ( bautizada posiblemente a partir de Kanhoji Angria, fundador de un reino pirata en la costa de la India, que se resistió a los ingleses a finales del siglo XVII y principios del XVIII, hasta su conquista en 1756 ).
A su vez, cuando Charlotte partió para la escuela en 1831, Emily empezó otras obras con Anne, hartas de las lánguidas heroínas de Charlotte y las batallas de Branwell: ése fue el principio de la saga de Gondal, de la que sólo se conservan los poemas que incluía y unas cuantas observaciones crípticas.





Tumba de Anne Brontë en el cementerio de Scarborough


Así, mientras Emily se entregaba a las románticas y feroces aventuras que cabría esperar de una creatividad como la suya, Charlotte desarrollaba la saga de Angria, moderando con amor y elegancia canalla los desastres de las guerras organizadas por su hermano ( curiosamente, en las juvenilia, Charlotte nunca adoptó una voz femenina, sino que se identificó con la fuerza de los hombres y su privilegio de expresión pública, anticipando la aparición del “Currer Bell” que publicaría Jane Eyre ).
Ambos, Charlotte y Branwell, dieron forma a sus escritos imitando a sir Walter Scout y Lord Byron, a Shakespeare, Milton, el doctor Jonson y a Wordsworth, desarrollando todo un corpus literario entre 1832 y 1835.
Generalmente se considera que la saga de Angria prefigura la obra madura de Charlotte, y se observa el parecido entre el autoritario personaje de Zamorna y el posterior Rochester.
Es maravilloso observar el sorprendente salto literario de Charlotte entre estas banales historias de amor de la década de 1830 y el vigoroso realismo de su primera obra de madurez, narrada en 1846 con voz fría y firme, muy alejada de los inflamados tonos de Angria. De hecho, a finales de 1839, Charlotte parecía dispuesta a poner fin a esta relación amorosa y literaria con su mundo juvenil, escribiendo una voluntad de separación formal de su subyugante mundo de fantasía: “Farewell to Angria”.


Páramos de Haworth

Pero lo que realmente la iría separando sin remedio de su mundo subterráneo ( “infernal”, llegó a llamarlo ) fue la experimentación continua de la pasión auténtica, del dolor auténtico, que aparecería con la figura de monsieur Heder ( mientras Branwell permanecía adicto a Angria ) ¿ Qué extraño poder tenía Angria sobre sus creadores? ¿Porqué le costó tanto a Charlotte desprenderse de su influencia mientras su hermano languidecía en la penumbra angriana? Charlotte acabó casándose con el señor Nicholls escogiendo la vida por encima del arte: su compromiso fue la continuación de su “Farewell to Angria”, una despedida a una existencia encerrada en la imaginación.

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